Las muelas del juicio son las protagonistas de muchos quebraderos de cabeza para muchos pacientes. Tanto es así, que su mala fama atormenta a muchas personas por el miedo que provocan sus historias de dolores, cirugías y demás.

Pero en realidad no hay que tener miedo, y menos con los conocimientos, técnicas y tecnologías que hay en la actualidad. Si este es un tema que te preocupa y quieres descubrir en qué casos hay que extraer las muelas del juicio y en cuáles no, aquí te lo vamos a contar.

¿Qué son las muelas del juicio?

Las muelas del juicio son los terceros molares y son las últimas piezas dentales en aparecer. Normalmente, erupcionan al final de la adolescencia o al comienzo de la edad adulta, pero esto puede variar considerablemente entre unas y otras personas.

La razón de que muchas personas las tengan, aunque no todas, es meramente evolutiva. Hoy en día, debido a nuestros hábitos y alimentación, las muelas del juicio no son necesarias. Pero hace miles de años, la dieta de los humanos era más dura y estas muelas eran realmente útiles para triturar alimentos.

¿Por qué las muelas del juicio pueden darnos problemas?

Con el paso del tiempo, no solo cambió nuestra forma de alimentarnos, sino que también se suavizaron los rasgos faciales. Uno de los cambios más significativos fue la reducción del tamaño de la mandíbula. Esto, precisamente es lo que ha ido provocando los famosos problemas cuando salen las muelas del juicio.

Y es que, cuando las últimas muelas erupcionan, el resto de los dientes ya están asentados, y muchas veces no hay un hueco suficiente como para que todas se acomoden correctamente.

En estos casos, al no encontrar sitio, las muelas del juicio empujan al resto de los dientes y esto puede provocar un sinfín de problemas, desde el desplazamiento y torcimiento de las muelas adyacentes y del resto de dientes, hasta inflamaciones, infecciones y graves dolores bucales.

¿En qué casos no es necesario extraer las muelas del juicio?

No siempre es necesario extraer las muelas del juicio. Hay ocasiones en las que no hay que intervenir, y las razones de que esto sea así son las siguientes:

  • Cuando las muelas han crecido, o salido, por completo
  • Cuando tienen una posición adecuada y la mordida con la muela opuesta es la correcta
  • Cuando se pueden limpiar y se puede mantener la higiene bucodental cotidiana
  • Cuando están sanas

En general, siempre y cuando no provoquen molestias ni dolores, y también cuando el dentista considere que no va a ser necesario extirparlas, es preferible no intervenir sobre ellas. Pero, por desgracia, en muchas ocasiones no sucede así.